Comer igual que los habitantes de Princeton, Nueva Jersey

Mientras esperas para hacer tu pedido en Small World Coffee, escucharás los gritos de "¡Cappuccino para llevar!" y "¡Joe con hielo doble para tomar aquí!" desde detrás del mostrador. El cappuccino está muy recomendado. El suave café se mezcla con la cremosa espuma desde el primer sorbo, sin burbujas de aire que se evaporan rápidamente. Mientras disfrutas de tu café de la mañana, observa a los otros clientes. Todo el mundo va a Small World; verás padres y madres con hijos pequeños tomando su dosis matutina de cafeína, empresarios con sus teléfonos, estudiantes charlando y hípsters con sus computadoras. Cafeinado y listo para partir, sigue la Witherspoon Street (calle Witherspoon) hasta su intersección con Nassau, zona que conforma el epicentro de Princeton.

El agitado tráfico de Nassau funciona como la línea que separa la ciudad de la universidad. Si quieres echar un vistazo al campus, entra por la puerta oficial de Princeton University (Universidad de Princeton): la FitzRandolph Gate. La entrada de hierro forjado está flanqueada por dos columnas, ambas con un águila de piedra en la parte superior, sus alas parcialmente extendidas y sus picos abiertos, mirándose mutuamente por encima de tu cabeza. El Nassau Hall (Salón Nassau) está en el centro del jardín posterior. Este es el edificio más antiguo del campus y se terminó de construir en 1756.

En sus escalones, reposan con dignidad dos tigres de bronce, cuyos lomos lucen un desgastado acabado mate como resultado de décadas de visitantes que han posado sobre ellos para tomarse fotos. Si gustas, puedes tomarte una foto antes de cruzar estas simbólicas puertas y salir de la universidad para volver a enfocar tu atención en la vida citadina real.

Si quieres observar a los transeúntes, anda a Hoagie Haven, en Nassau Street (calle Nassau). Este negocio familiar, que luce igual desde los años 70, sirve enormes sándwiches de pan francés y es famoso por exquisiteces como el “Phat Lady”, un sándwich de carne y queso, acompañado con palitos de mozzarella y papas fritas, y el “Big Cat”, cuatro hamburguesas de queso con tocino y cuatro huevos.

Si la comida alta en calorías no es lo tuyo, puedes comprar un sándwich en Witherspoon Bread Company. Clásico, simple y fresco, las opciones incluyen desde una baguete rellena con prosciutto, mozzarella y tomate hasta un simple sándwich de jamón con mantequilla. Sin importar lo que decidas comer, almuerza en Albert Hinds Plaza, frente a la biblioteca, y nuevamente dedícate a observar a la gente pasar.

Después del almuerzo, da un paseo por el cementerio cercano. La necrópolis es un sitio histórico designado; el personaje más famoso que descansa en este cementerio es Aaron Burr, quien fuera capitán de la Guerra de Independencia, vicepresidente y célebre duelista.

Si buscas degustar algo de la gastronomía mediterránea clásica, ya sean mariscos, carnes o pastas y, por supuesto, una copa de Sangiovese, visita Mediterra.

Los cócteles tienen nombres divertidos, como el “Great ‘Dirt’ Road Farm Martini”, elaborado con verduras encurtidas en la granja, y el “Apple of My Eye”.

El Alchemist & Barrister es uno de los locales favoritos de Princeton, con casi 50 tipos de cerveza. Entre las preciadas hamburguesas que ofrecen, la Dry Aged es una de las más populares, preparada con una capa de queso cheddar irlandés, panceta ahumada y cebollas glaseadas en cerveza Guinness. Al otro lado de la calle, Agricola promociona su filosofía de "cocina orgánica". Serás atendido por meseros vestidos con camisas escocesas, a quienes podrás pedir las ancas de rana de Florida o puedes decantarte por uno de los elaborados panes sin levadura, con calamar, chorizo casero e hinojo.

Tu viaje a Princeton no estará completo hasta que visites Bent Spoon y pruebes sus helados. Los sabores incluyen mascarpone con lavanda, albahaca y Earl Grey con chocolate. La decoración clásica y los anuncios escritos a mano hacen de este pequeño espacio un lugar cálido y acogedor. Para finalizar, pasea por los alrededores mientras disfrutas tu postre y admiras los antiguos edificios de piedra, que se transforman a medida que cae el suave brillo del atardecer y las luces tenues de la ciudad.